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Sobre Antonio Miranda
 
 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

ALBERTO GUERRA GUTIERREZ

( Bolívia )

 

Alberto Guerra Gutiérrez nació en Oruro en 1930 y falleció en la misma ciudad en 2006.

Era poeta, investigador cultural y profesor. Trabajó de joven en el interior de la mina; vivencias que supo traducirlas en una poesía sentida y explosiva. Fundó y dirigió la revista literaria "El Duende", que actualmente se edita como suplemento del diario La Patria. Formó parte de la segunda generación del grupo literario "Gesta Bárbara". Ejerció como profesor en varios distritos mineros, coordinó proyectos culturales en la Universidad Técnica de Oruro-UTO y en la Alcaldía Municipal. Fue miembro de número de la Academia Boliviana de la Lengua y de la Asociación Latinoamericana del Folklore.

 

TEXTO EN ESPAÑOL – TEXTO EM PORTUGUÊS

 

BEDREGAL, Yolanda.  Antología de la poesia boliviana. La Paz: Editorial Los Amigos del Libro, 1977.  627 p.  13,5x19 cm. 
Ex. bibl. Antonio Miranda

 

Canción de cuna para el niño minero

 

LA LUNA NO PIDE PAN

La luna en el andarivel
es una niña dorada,
Juanita la ha visto
mecerse
y le ha cantado
el arrorró…

La niña ha vuelto
a la casa
para contarle a su mamá
que por las noches la espera
con un bocado de pena,
y otro bocado de pan.

— Mamita:
¡la luna en el andarivel!—

La niña es mi niña buena
que por las noches despierta;
despierta la pobre
lunita minera,
despierta y no pide
ni leche, ni pan…

 

MI CASA
(Versos escritos en la prisión, 1975)

Esta no es mi casa;
mi casa tiene altos ventanales
y un árbol de ramas jóvenes
limpiando celosías de lluvia
en sus cristales.

Mi casa tiene ojos claros
como el alba
y una rosa enamorada
atisbando por rendijas
de su puerta
que es mi propio corazón,
hecho de maderas dulces
y de esperanza.

Esta luna gris
que agría la menguada luz
de la corriente
de mi río vertical y perseguido,
no es la misma luna
que tiñe de azul
el aire que decora de amores
la brisa que se hace
dueña de mi casa
en cada beso de la noche.

Mi casa me está esperando
y no tengo la lumbre ahora.
que como racha de luciérnagas
abra el sendero
para llevar mi sombra
a sus umbrales,
ni tengo acequias todavía
que lleve mi ansiedad como agua
para regar su árbol de ramas jóvenes
que limpian celosías
en sus ventanas.

Mi casa
río noctámbulo y sedentario,
a pesar de sus piedras de infortunio,
copia estrellas doradas
en su espejo peregrino.

Esta no es mi casa
hecha de temor y enormes murallas
para que no huya
el dolor de sus entrañas,
¿mi casa?
hondas raíces de savia cristalina
sustentan su estructura
de amor
y altos ventanales.

Viejo río
de generosas aguas
como el vino,
mi casa llena ahora de soledad
por mi ausencia,
tiene lágrimas de pie
junto a las horas,
un vacío royendo sus paredes,
una ansiedad en sus pétalos
pensativos;
una postergada ilusión
de besos y caricias;
y no tengo por ahora
nada que ofrecerle
— sin embargo —,
le ha de bastar, seguramente
mi solo corazón,
crecido entre lianas de amor
y enredaderas.

Esta no es mi casa;
mi casa tiene un árbol de ramas nuevas
y una rosa enamorada
junto a su puerta
dolida de maderas dulces
y de esperanza.

 

TEXTO EM PORTUGUÊS
Tradução de ANTONIO MIRANDA

 

Canção de berço para o menino mineiro

 

A LUA NÃO PEDE PÃO

A lua no corrimão
é uma menina dourada,
Juanita viu-a

balançar-se
e cantou para ela
o arrulho…

A menina voltou
para casa
para contar à sua mãe
que pelas noites a espera
com um pouco de pena,
e outro pouco de pão.

— Mãezinha:
a lua no corrimão!—

A menina es uma boa pequena
que pelas noites desperta;
desperta a pobre
lunita mineira,
desperta e não pede
nem leite, nem pão...

 

MI CASA
(Versos escritos na prisão, 1975)

Esta não é a minha casa;
minha casa tem elevadas janelas
e uma árvore de ramos jovens
limpando treliças de chuva
em seus cristais.

Minha casa tem olhos claros
como a aurora
e uma rosa enamorada
espreitando pelas fendas
de sua porta
que é meu próprio coração
feito de madeiras doces
e de esperança.

Esta lua cinzenta
que azeda minguada luz
da corrente
de meu rio vertical e perseguido,
não é a mesma lua
que tinge de azul
o aire que decora de amores
a brisa que se faz
dona de minha casa
em cada beijo da noite.

Minha casa está me esperando
e não tenho o lume agora.
que como sequência de vagalumes
abra o caminho
para levar minha sombra
a seus limites,
ainda não tenho canais
que leve minha ansiedade como água
para regar sua árvore de ramos jovens
que limpam persianas
em suas janelas.

Minha casa
rio notívago e sedentário,
apesar de suas pedras de infortúnio,
copia estrelas douradas
em seu espelho peregrino.

Esta não é  minha casa
feita de temor e enormes muralhas
para que não escape
a dolor de suas entranhas,
minha casa?
profundas raízes de seiva cristalina
sustentam sua estrutura
de amor
e altos e enormes janelas.

Velho rio
de generosas águas
como o vinho,
minha casa cheia agora de solidão
por minha ausência,
tem lágrimas de pé
pelas horas,
um vazio roendo suas paredes,
uma ansiedade em suas pétalas
pensativas;
uma postergada ilusão
de beijos e carícias;
e não tenho por enquanto
nada para oferecer-lhe
— no entanto —,
haverá de bastar-lhe ha de bastar-lhe, seguramente
apenas o meu coração,
crescido entre cipós de amor
e trepadeiras.

Esta não é minha casa;
minha casa tem uma árvore de ramos novos
e uma rosa apaixonada
junto de sua porta
doída de madeiras doces
e de esperança.

 

*

 

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Página publicada em julho de 2022


 

 

 
 
 
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